miércoles, 11 de noviembre de 2009

Exéresis del poder





Harry Houdini. El mejor escapista de todos los tiempos. Era tan bueno que lograba escapar de cualquier encierro incluso ante la atónita mirada del público que, absorto en sus números, nunca llegó a ver como lo conseguía. Siempre maravillaba con su engaño.
Y el público aplaudía sus hazañas, deslumbrado.


Houdini fue un magistral e inócuo ladrón de sueños.


Hoy, atontados más que maravillados, también asistimos al robo cotidiano de nuestros sueños. Pero los ladrones no son ni magistrales ni mucho menos inócuos. Como poco, son unos marrulleros y perniciosos "sacamantecas". Unos chorizos del tres al cuarto que han hecho de la estafa, la usura y el saqueo un sublimado arte de bajeza moral inclasificable.


Decía hace unos días que en realidad, enfrentados a la más cruda realidad, estos cuatreros de "Audi-vidrios-tintados" pueden llegar a subvertir cualquier recriminación que les hagamos con el uso más desfachatado del "¡Y tú más!".
De hecho, si prestamos oidos a sus intervenciones en los medios de comunicación podemos llegar a ver u oir sus gracejos y risas cuando hablan de sus propios atropellos, sin ningún tipo de vergüenza ni sonrojo. Juro que esta misma mañana, en la radio, he oido a uno de ellos reirse a carcajadas después de comentar las maldades de la corrupción en los partidos políticos.
Él es un político. ¿Estaría haciendo una broma que no he llegado a entender?


Digo que le pueden dar la vuelta a la tortilla usando aquello de "los ciudadanos tienen los gobernantes que se merecen". Y en parte no les falta razón, porque los ciudadanos los elegimos a ellos para que cuiden y administren nuestros intereses. Para que nosotros podamos ir cada día a trabajar, para cobrar cuatro míseros euros a final de mes con los que pagar la hipoteca, la letra del coche, luz, agua, gasolina, el bus, el metro, la factura del móvil, el colegio de los niños, y si, con suerte, sobra algo, alimentarnos, vestirnos y sobrevivir esperando al día siguente.
Los más afortunados pagan cuota de gimnasio, internet portátil y el nicho ("los muertos" que dice mi madre).


Los "sacamantecas", mientras, calientan escaño, zampan donuts a porrillo mojados en café con leche para desayunar. Se ceban en restaurantes de 3 tenedores a base de jamón ibérico y Vega Sicilia, comida y cena. Juegan con el último modelo del móvil que les hemos regalado, y se intercambian mensajitos rebeldes, amorosos o chistosos, entre ellos. Se desplazan con chofer hasta para ir a mear. Y si les queda tiempo se van a comprar un cinturón nuevo de D&G porque al viejo ya no le quedan más agujeros.
Todo lo demás se lo pagamos graciosamente con salarios millonarios, dietas, minutas, prebendas y comisiones a cuenta de recalificaciones de "gato por liebre", con accesorios varios, entre ellos trajes, corbatas, bolsos, viajes en business y putas.
Y mil agasajos más que ni imaginamos.
O sea, nosotros nos autoesclavizamos para que ellos "la brillen" más que los jeques árabes.
Les damos nuestro poder con una sonrisa en la cara. "Encima de puta, apaleada".


Por eso digo que, en parte, no les falta razón. Deben pensar que somos mas tontos que Abundio.


Si a todo este pastel le añadimos la guinda de que tienen la extraña habilidad de la perpetuación-perpétua en el poder, ¡La jodimos!


Y cuando le hincan el diente al poder, demuestran que tontos no son, desde luego. Como Houdini, consiguen una subtilización tan sibilina del mandato que les transmitimos que ya no se les despega ni con agua caliente. ¡Se arrogan nuestros derechos y nos traspasan sus responsabilidades!
¿Seremos de verdad más tontos que el Abundio ése?


Por proximidad me vienen a la memoria un par de casos clarísimos de subtilización del poder prestado: el alcalde de Barcelona y la alcadesa de Girona.
Estas dos figuras de representación ciudadana se han apoltronado en sus cuarteles sin que los ciudadanos lo hayamos decidido. ¿Cómo se ha operado el engaño ante nuestros maravillados ojos? Pues de manera tan sencilla como que el anterior ocupante de la poltrona les cedió la vara con total impunidad.
¿Se sentirán investidos de alguna autoridad para ejercer el cargo? Imagino que sí, porque así nos lo refrotan por los morros cada día. Y como estos dos, a patadas por toda la geografía. Maestros del escapismo.


Os preguntaréis, distinguido público, ¿Y cómo acabamos con esta patochada que nos cuesta literalmente la vida? Pues muy sencillo. Aunque por sencillo no menos traumático. Aplicando una intervención que he dado en llamar "Exéresis del poder".


¡Hala! ¡A la wikipedia!

1 comentario:

  1. La jodimos????
    Porqué claro, como parafraseó (y citó) un conocido mío, en un café cualquiera en una fría mañana de noviembre...
    "No es lo mismo estar jodido que estar jodiendo...."

    ResponderEliminar